El imperio inglés del s. XIX. Aspectos económicos

Benjamín Disraeli, primer ministro entre 1874 y 1880, promovió una política exterior más activa, sobre todo al oriente, reforzó al ejército y convenció a sus opositores liberales de los beneficios del proyecto colonialista.

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El imperio inglés del s. XIX. Aspectos económicos

La expansión colonial inglesa estuvo muchas veces en manos de particulares, organizados en poderosas compañías, las cuales estaban respaldadas por el Estado británico para asegurar sus inversiones de posibles conflictos locales o con otras potencias. Estas ideologías, aunadas al desarrollo tecnológico que se dio a partir de la década de los setenta del siglo XIX, propiciaron el desarrollo industrial, pero también la crisis del campo inglés. La industria metalúrgica, la fabricación de colorantes, la baja en los precios de fletes y nuevos procedimientos frigoríficos permitieron la importación de productos perecederos de los Estados Unidos, América Latina, las colonias asiáticas y de Europa oriental. La política librecambista estaba dispuesta a sacrificar al campo y recurrir al mercado mundial para el suministro de alimentos, tendencia no seguida por las potencias europeas continentales que conforme se desenvolvía el siglo XIX regresaron al proteccionismo de su economía con la alza de tarifas aduanales, proceso acompañado de movimientos nacionalistas.

En 1871, Gran Bretaña conservaba su supremacía económica a nivel mundial. Era la mayor productora de carbón, contaba con una poderosa industria metalúrgica y textil, suministraba a Europa de numerosas materias primas y mercancías procedentes de varios continentes, además era el centro financiero más importante del mundo. Su política de libre cambio, su poderío naval y su influencia financiera aseguraban estos roles. No obstante, su capacidad militar era inferior a la de otras potencias europeas, sobre todo a la Alemania de Bismark; no contaba con el servicio militar obligatorio, pero su poderío económico le daba otras armas. Con el ascenso al poder del Primer Ministro, Benjamín Disraeli, en 1874 se dejó atrás la política aislacionista y pacifista de su antecesor, W. E. Gladstone. Líder conservador, Disraeli (1874 – 1880) promovió una política exterior más activa, sobre todo al oriente, reforzó al ejército y convenció a sus opositores liberales de los beneficios del proyecto colonialista. El nuevo impulso expansionista encontró aliados y opositores en la opinión pública inglesa. Los liberales se negaban al crecimiento del imperio, debido a las cargas fiscales que implicaba, a la inevitable recesión de la mayoría de las posesiones y a una mayor atención que requería la crisis interna de Inglaterra. Sin embargo, cedieron ante los nuevos proyectos, sobre todo a partir de 1880 cuando los conservadores consiguieron un apoyo mayoritario.

Cabe destacar que el éxito expansionista a finales del XIX se debió también a que los países dominados no tenían la capacidad económica, militar y política para resistirse. A partir de 1890 importantes avances científicos favorecieron la consolidación del sistema capitalista industrial inglés. La hulla comenzó a ser sustituida por el petróleo y la electricidad. Se perfeccionaron los procesos técnicos y la industria química, sobre todo para el campo, también evolucionó. El motor de explosión revolucionó al automóvil, que comenzó a competir con el ferrocarril como principal medio de transporte. El progreso en la industria naval también fue revelador, se duplicó el tonelaje (de 23 toneladas en 1891 a 47 en 1913), se generalizó el uso de los barcos de vapor, y se aplicó la turbina a los medios de transporte; estas aportaciones redujeron costos de traslado de personas y mercancías y agilizaron la duración de los trayectos. La red telegráfica se amplió, sobre todo la submarina en el Atlántico y en sureste asiático.

Uno de los grandes desarrollos tecnológicos del siglo XIX fue el telégrafo. Los ingleses extendieron una amplia red telegráfica a nivel mundial, que permitía la comunicación de su vasto imperio. Fuente: Ferguson, Nial. El imperio británico, p. 211.

Estos avances, aunados a la adopción del patrón oro entre las principales potencias y a la firma de varios tratados de comercio que sorteaban los obstáculos proteccionistas, aceleraron aún más el intercambio comercial. A principios del siglo XX, Inglaterra, en el ámbito internacional, continuaba siendo la potencia predominante en su expansión colonial. De sus posesiones obtenía materias primas no existentes o insuficientes en su territorio como algodón, minerales, petróleo, caucho o pieles para intensificar sus exportaciones. En 1913 Gran Bretaña enviaba al exterior una tercera parte de toda su producción industrial, así como empresas de inversión, sobre todo en el rubro de infraestructura (ferrocarriles, puertos, canales, explotación del subsuelo, carreteras). El papel de Gran Bretaña como centro financiero mundial se reforzó con el otorgamiento de empréstitos a Rusia, los estados balcánicos, el Imperio Turco, Japón y las repúblicas sudamericanas. En esta nueva fase del capitalismo comenzó el surgimiento de empresas monopólicas, que dejaban atrás a las compañías encargadas de la explotación y control de las colonias, las cuales abarcaron distintas fases de la producción y el ámbito financiero.

En esta etapa del imperialismo capitalista se buscaron nuevas formas de dominio en sus posesiones coloniales, que sin establecer un control político y militar directo, conseguían el control económico. Esta situación varió según la circunstancia de cada posesión, pero en general se pueden distinguir dos tipos de colonias: los dominios (zonas pobladas por ingleses y con autonomía política) y las zonas de explotación (proveedores de materias primas, sujetas políticamente a la metrópoli).

Las posesiones eran:

  • Escalas marítimas: Malta, Corfú, Gibraltar, Santa Elena, isla Mauricio, El Cabo, Adén, Ceilán, Canal de Suez y Hong Kong.
  • Centros comerciales en la costa africana: Sierra Leona y Gambia.
  • Colonias de plantación en América: Antillas (Jamaica, Bahamas), Honduras y Guyana.
  • Colonias de poblamiento: Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica.
  • Colonias explotación: India y África (excepto Sudáfrica)

Algunos de los mecanismos de Inglaterra para mantener su poderío en su vasto imperio colonial y por ende en múltiples rutas comerciales, fue el establecimiento de escalas marítimas y  el control de puntos estratégicos para la navegación. Tal es el caso del Canal de Suez, estrecho artificial de 163 Km. de longitud, ubicado entre África y Asia y que une al mar Mediterráneo con el mar Rojo.

El proyecto de tal magna construcción, estuvo a cargo de una empresa francesa encabezada por el ingeniero Ferdinand de Lesseps, quien a mediados del siglo XIX realizó exitosamente la obra con la aprobación y participación accionaria del gobierno egipcio, ya que el canal se realizó dentro de su territorio. Se inauguró en 1869 y facilitó enormemente la navegación entre Europa y Asia, ya que ahorraba el viaje hasta en Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica; hecho que benefició enormemente al imperio británico, sus barcos utilizaban más el canal que las demás naciones debido a que agilizaba la comunicación con la India, la colonia más rica del Imperio, y aumentaba su presencia en la zona.

A fin de rectificar el error del gobierno británico de no poner la atención suficiente a una empresa tan exitosa, la corona buscó por todos los medios ser accionista mayoritaria en dicho tránsito, para lo cual aprovechó la crisis del monarca egipcio de entonces para pagar los intereses a sus acreedores europeos. El Primer Ministro inglés, Benjamín Disraeli, planteó a la Reina Victoria  la necesidad de comprar las acciones egipcias, aún sin importar la solicitud de un préstamo a la casa banquera Rothschild. A partir de 1875 Inglaterra aseguró su dominio del canal hasta mediados del siglo XX, cuando el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser resolvió nacionalizarlo a pesar de los intentos de Francia e Inglaterra para evitarlo.

La apertura del Canal de Suez significó la reducción de distancias entre el Mediterráneo y el Océano Índico, su posición lo convierte en un punto de importancia geoestratégica en la circulación marítima.

Existieron dos personajes clave del imperialismo inglés en esta etapa: Lord Salisbury, primer ministro de 1895 a 1902, y Joseph Chamberlain, ministro de las Colonias. Su principal objetivo era África (Sudán, Egipto y Sudáfrica), reforzar el protectorado en Afganistán, conquista de Birmania, protección de las fronteras de la India y ejercer el monopolio comercial en China.

Fuente: Wikimedia

La penetración inglesa en China se inició con el establecimiento de factorías comerciales durante finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX. Productos como la seda, porcelanas, especias, tés, entre otros, constituían la base del intercambio entre Inglaterra y el país oriental. El hecho de tener que pagar estos productos con plata implicaba un gasto considerable para una economía británica gastada por las guerras napoleónicas. Para obtener un margen de ganancias muy cuantioso sin tener que renunciar a capitales y al mercado oriental, comerciantes británicos recurrieron a la producción en la India y Turquía del opio, droga obtenida de la amapola y comúnmente consumida en China, para intercambiarlo por mercancías.

El aumento en el consumo de dicha droga provocó que en 1830 el Emperador Daoguang prohibiera su consumo, lo cual afectó severamente los intereses de los comerciantes británicos y determinó la intervención militar de Inglaterra en China. Esto dio origen a la Primera Guerra del Opio (1834 - 1843), enfrentamiento en el que el país oriental sucumbió ante los ejércitos británicos y que concluyó con el Tratado de Nanjing (1842), por el cual China cedió Hong Kong a Inglaterra, quien tuvo su control hasta 1997. Durante la Segunda Guerra del Opio (1856 - 1860), China fue nuevamente derrotada y cedió, por medio de la Convención de Pekín en 1860, otros territorios que acrecentaron la colonia británica (parte de la península de Kowloon, la isla de Stonecutters, la isla de Lantau y los llamados Nuevos Territorios), arrendados también hasta 1997. La adquisición de Hong Kong otorgó a Gran Bretaña uno de los puertos naturales más importantes de Oriente, debido a su gran capacidad y su ubicación estratégica  en el corazón asiático. Un acuerdo firmado entre la República Popular China e Inglaterra en 1984, convirtió al  territorio de Hong Kong en una Región Administrativa Especial (1997), zona con un sistema capitalista dentro de una nación socialista, y que guarda cierta autonomía en su gobierno, no así en su política exterior y defensa. Este pacto se firmó por 50 años, es decir hasta 2047.

Bombardeo británico de Cantón, 1841

Durante las primeras décadas del siglo XX, Inglaterra era una potencia confiada en su éxito económico. Aún no se sentía amenazada a nivel mundial por el crecimiento de la potencia americana o de Alemania; sin embargo, en la producción industrial global Gran Bretaña disminuyó del 27% al 14%, Estados Unidos y Alemania la rebasaron. Dichos cambios en el orden económico traerían consigo el temor del desequilibrio del sistema imperial europeo. Ante esta situación, Inglaterra intentó mantener su supremacía naval y trató de pactar alianzas diplomáticas a fin de evitar conflictos armados, lo cual no se mantuvo por mucho tiempo ya que en 1914 Europa entró en guerra a raíz de una crisis política en los países de los Balcanes, aunque las causas de fondo radicaban en las rivalidades económicas de las grandes potencias. En este contexto, Inglaterra pensó que podría mantenerse al margen de dicho conflicto, pero la invasión de Alemania a Francia, que provocaba un desequilibrio del orden europeo, hizo que se involucrara y jugara un papel importante durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1917).

Cuando concluyó la Gran Guerra, Gran Bretaña se enfrentó a un mundo distinto: el surgimiento de nuevas potencias, el crecimiento industrial de sus colonias y de países subdesarrollados, la generalización del uso del petróleo y de la electricidad, en sustitución del carbón, entre otros aspectos que marcaron una crisis en su sistema político, financiero, industrial y colonial. A nivel interno, durante los años veinte, se sucedieron diversas agitaciones de obreros, a raíz de una fuerte ola de desempleo y en demanda de mejores condiciones; se dieron movimientos a favor del voto femenino y se demandó la alternancia en el poder del Partido Laborista, de tendencias socialistas, con el partido conservador. La gran depresión de los mercados financieros en los años treinta afectó terriblemente a la economía inglesa, lo que provocó la formación de un gobierno basado en la coalición política de los principales partidos a fin de sacar el país adelante.

La crisis británica y el envío obligatorio de soldados de algunas de sus colonias a la Gran Guerra y a otros conflictos bélicos, motivaron a los dominios británicos a exigir un estatus de igualdad con su metrópoli. Demanda que se resolvió con la firma del Estatuto de Westminster en 1931, que dio origen a la  Commonwealth, comunidad de naciones unidas por vínculos e intereses económicos y que han promovido las relaciones libres entre ellas. En el ámbito internacional, Inglaterra se vio afectada por los movimientos emancipadores de Irlanda y la India, y el fin del protectorado inglés en Egipto. Luchas que serían el inicio de la descolonización de las posesiones británicas.

Autoevaluación

Lee con atención las siguientes oraciones y da clic en verdadero o en falso, con base en la información que hemos estudiado:

  1. La cuantiosa migración de campesinos hacia centros industriales fue resultado de una prolongada crisis agrícola y ganadera en la Inglaterra del siglo XVIII.


  2. Dos causas de la expansión colonial inglesa fueron la exportación de materias primas y encontrar mercados de importación de manufacturas.


  3. La llegada del Primer Ministro Benjamin Disrael, en 1874, impulsó el proyecto colonialista inglés porque logró convencer a los opositores (políticos y opinión pública).


  4. El intercambio comercial inglés de finales del siglo XIX se aceleró por los avances mercantiles, las medidas proteccionistas y el rechazo al patrón oro.


  5. Las posesiones inglesas se pueden dividir en dos tipos: dominios (poblados por ingleses y con cierta autonomía de gobierno) y zonas de explotación (proveedoras de materias primas y sujetas a la metrópoli).


  6. Para controlar las rutas comerciales hacia India y China, así como para aumentar su presencia en la zona, Inglaterra construyó e inauguró el Canal de Suez en 1869.


  7. Los distintos conflictos bélicos conocidos como Guerra del Opio acrecentaron la influencia inglesa en China y le permitieron operar uno de los principales puertos ubicados en Hong.


  8. Gracias a los recursos que obtuvo de sus colonias, Inglaterra pudo iniciar la Revolución Industrial.

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