El mercantilismo fue una política económica implementada por los países europeos, los cuales durante los siglos XVI a XVIII consideraron que una nación fuerte y poderosa era aquella que atraía a sus arcas metales preciosos producto del comercio o de la explotación minera de sus colonias. Para agilizar el intercambio de mercancías y acumular más capitales los imperios mercantilistas prefirieron las rutas marítimas, porque la navegación era más barata, comenzando así un pequeño pero significativo cambio tecnológico que sentó las bases del desarrollo posterior.
El crecimiento del comercio trajo consigo la formación de los Estados nacionales que consolidaron el poder de los reyes en cada país, pues ya se contaba con recursos monetarios para formar ejércitos y pagar una burocracia capaz de cobrar impuestos a nivel nacional. A su vez, los Estados nacionales fueron los centros dominantes de imperios coloniales y protegieron esas posesiones de la rapiña de sus rivales, lo cual nos explica las guerras coloniales y la aplicación de una política económica protectora de los intereses de cada nación, el llamado mercantilismo.