La minería
Uno de los alicientes más importantes en la empresa conquistadora para los españoles fue el oro. Desde 1500 hasta 1550, dicho metal, fue el de más valor en el mercado de entonces, y aunque no constituyó la riqueza más importante extraída de las colonias americanas por su escasez, fue hasta el descubrimiento de considerables yacimientos de plata que la explotación minera en América alcanzó significativos dimensiones, las cuales analizaremos en este apartado.
Para extraer las riquezas mineras los españoles emplearon el trabajo indígena para la recolección de oro en este tipo de yacimientos, labor aparentemente simple, pero agotadora, ya que para extraerla, se debe pasar la mayor parte de la jornada sumergiéndose en el río.
Santo Domingo, Puerto Rico, Cuba, México, regiones de Centroamérica y Perú, fueron las zonas que enviaron periódicamente embarcaciones de oro a la Metrópoli. Sin embargo, la explotación aurífera no duró mucho tiempo. Las vetas terminaron por agotarse y la gran mortandad indígena de las primeras décadas del siglo XVI redujo la mano de obra disponible.
En 1530, el descubrimiento de numerosos yacimientos de plata cambió el giro de la producción minera de las Indias. En una primera etapa, este metal fue obtenido de vetas de fácil extracción, para lo que se empleaba nuevamente el trabajo esclavo indígena.
Aunque este metal se encontraba con mayor abundancia que el oro, entre 1520 y 1540 la producción de plata en América no era mayor a la europea. Esta tendencia se invirtió con los descubrimientos y la explotación de grandes y pequeños yacimientos en los virreinatos de Perú (Potosí, 1545) y de la Nueva España (Zacatecas 1548, Guanajuato, 1558).
El trabajador minero tenía ciertas prerrogativas, como el derecho a la “pepena”, que consistía en poder sacar mineral después de su turno laboral. Generalmente lo vendía al dueño de la mina o lo empleaba para comprar productos básicos en las tiendas de las haciendas o poblados cercanos a la mina, donde los precios eran muy altos. Sin embargo, las condiciones de trabajo eran terribles: largas jornadas, intoxicación por respirar minerales- especialmente en las minas de azogue y en las haciendas de beneficio-, accidentes, el peligro constante de las inundaciones, enfriamientos muy fuertes al salir de los socavones calientes, sobre todo en invierno, etcétera.