Hacia 1930, América Latina se había especializado en el sector agrícola-ganadero como consecuencia del modelo de exportación instalado desde el colonialismo; su fuente mayor de divisas provenía de esas exportaciones y con ellas se compraban productos manufacturados de los países centrales. La caída de la bolsa de Wall Street en 1929, el “jueves negro” provocó una recesión económica mundial, debido a esta crisis, en EUA y Europa, los mercados cerraron sus puertas, y los países agroexportadores debieron volver los ojos hacia su mercado interno a fin de sustituir las importaciones de esos productos manufacturados.
Para salir de la crisis en EUA se llegó a un pacto entre trabajadores, empresarios y el Estado conocido como el “New Deal”, en el que convinieron continuar con el modelo económico capitalista reconociendo el papel que juegan en el mercado, la fuerza de trabajo, el capital, y aceptando la intervención del Estado en la reactivación económica; la ayuda del Estado consistió en un gasto suplementario para garantizar la estabilidad de la economía. En América Latina, el modelo aplicado en EUA y Europa tuvo sus variantes; los fuertes lazos existentes entre el Estado y el capital no permitieron que el modelo funcionara. Por ello, se constituyó lo que dio en llamarse el “fordismo periférico”, también denominado “modelo de sustitución de importaciones”, orientado hacia el mercado interno, caracterizado por una fuerte industrialización, y por la inclusión acelerada de mano de obra que provenía de un campo en crisis y sin una tradición obrera.
Durante la década de los cuarenta, las empresas transnacionales incrementaron su presencia en la región, el Estado apoyó a empresarios nacionales ligados con las oligarquías nacionales. Se instaló el “Estado de Bienestar” con diferencias del desarrollado en Europa y EUA. En lo político, las democracias latinoamericanas fluctuaron desde formas dictatoriales y militares, hasta semidemócratas. El Estado generaba grupos de interés y protegía a sectores económicos como sindicatos y corporaciones que eventualmente presionaban al mismo Estado para continuar manteniendo sus privilegios. Algunos países de la región (México, Argentina, Brasil) mantuvieron un crecimiento económico sostenido que influyó en el surgimiento de amplias clases medias y en un relativo bienestar general; surgió entonces un sentimiento de poderío nacional que tuvo como consecuencia un nacionalismo que se oponía a la bipolaridad mundial del momento y que tuvo expresiones culturales de diversa índole. (Jorge Blanco: 1995)