La España de los años de la conquista americana estaba regida por una monarquía absoluta encabezada por los Habsburgo. El matrimonio de los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón dio unidad al reino, misma que se consolidó con la expulsión de los judíos y de los árabes de la península ibérica en 1492 y 1609 respectivamente. Una nobleza pujante y conformada por unas cuantas familias acaparaba la mayor parte de las tierras. Sin embargo, existía una nobleza baja conformada por hidalgos recompensados por sus hazañas en la Reconquista. El sistema feudal dominaba las relaciones económicas, aunque existía una creciente burguesía de diversos pueblos y ciudades del reino que comenzó a desafiar al dominio político y económico de la aristocracia, tenía importantes actividades económicas en el Mediterráneo y se involucró en el intercambio de mercancías con el Nuevo Mundo.

La Iglesia fue una institución aliada del Estado, que fortaleció y legitimó ideológicamente el dominio español. Su participación en el control de las colonias americanas fue un caso único en los imperios europeos de la época.

La Iglesia, encargada de la evangelización, penetró a través de las órdenes mendicantes en diversos aspectos de la vida social y económica de las colonias. Mediante el Real Patronato, el Papa otorgó a los reyes españoles el derecho de recaudar la décima parte de las recaudaciones de los fieles, comprometiéndose a financiar la labor evangelizadora de las órdenes, y fortaleció su intervención en la administración eclesiástica colonial. Por su parte, la Iglesia, a través de donaciones, negocios, aprovechamiento de mano de obra indígena y su papel como institución crediticia, amasó un gran patrimonio.

Un primer paso en el control político de las nuevas tierras fue la creación del Consejo de Indias en 1523. Dicha institución estaba formada por 242 miembros pertenecientes a la nobleza, en su mayoría letrados, con experiencia judicial o fiscal en asuntos de la península, pero desconocedores de la realidad americana. Su administración se caracterizó por ser reguladora, rutinaria y poco innovadora. No obstante, logró un dominio sin graves problemas durante los siglos XVI y XVII.

• detailsVirrey
  Cargo creado en 1535 en la Nueva España. Principalmente representante de la corona, con amplios poderes judiciales y presidente de la Audiencia. Se otorgaba por seis años, aproximadamente a nobles españoles.
• detailsAudiencia
  Cuerpo encargado de la aplicación de la ley. Estaba formado por oidores, hombres letrados que tenían gran poder legal.
• detailsGobernador - Capitán General
  Título dado a los conquistadores con derecho a tierras e indios, por tiempo definido y no era heredable. Se otorgaron durante la etapa de la conquista.
• detailsAlcaldes mayores o corregidores
  Funcionarios que tenían bajo su jurisdicción grandes distritos con un importante centro urbano.
• detailsCabildo o consejo
  Grupos de hombres que regían a una ciudad. Los Alcaldes eran jueces y los Regidores se encargaban de la administración municipal.

Durante la primera mitad del siglo XVI, Castilla y Andalucía se beneficiaron con la venta de aceite, vino, granos y textiles a las colonias americanas. Sin embargo, a partir de 1580, las Indias comenzaron a ser más autosuficientes en la obtención de productos agrícolas europeos y las manufacturas españolas dejaron de ser competitivas frente a las de otras naciones. Esta situación provocó que América necesitara cada vez menos de su metrópoli y ésta cada vez más de sus colonias.

La Corona obtuvo considerables riquezas, principalmente del cobro de tributos, la explotación minera, el comercio y de las tasaciones impuestas a estas actividades. No obstante, se dieron otros mecanismos para obtener recursos del Nuevo Mundo, sobre todo cuando la metrópoli se encontraba en crisis: venta de tierras o títulos de propiedad a quienes ya las ocupaban; legitimación de mestizos; donaciones (muchas veces forzadas) y la venta de oficios (actividad que llegó a reportar 38,000 ducados al año, trámites que prohijaron una numerosa burocracia).

La suma de los recursos obtenidos de sus colonias americanas representaba para España el 20% del total de sus ingresos, monto crucial, debido a que era un capital líquido ambicionado por los acreedores genoveses y alemanes, con quienes la Corona había contraído numerosas deudas.

La monarquía de los Habsburgo tenía numerosos gastos bélicos. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII la monarquía ibérica libró importantes guerras contra otras potencias europeas por disputas territoriales, religiosas (sobre todo después del surgimiento del protestantismo en los países Bajos) y mercantiles, entre otras razones.

El imperio americano también le generaría numerosos gastos, tanto para su control como para su protección de ataques de piratas, de contrabandistas y de la injerencia de otras potencias. En este sentido se crearon cuerpos armados que custodiaban a las flotas que transportaban las mercancías al Viejo continente y el sistema del situado, que consistió en el aprovisionamiento de dinero, tropas y harinas que salían de la Nueva España para fortalecer la defensa de las islas españolas del Caribe. Se enviaban estos recursos especialmente a La Habana, Puerto Rico, Santo Domingo y la Luisiana.

Los gastos de guerra que implicaba compra de armas, barcos, pago de tropas, etcétera, sobrepasaba los ingresos de la Corona, por lo que ésta solicitó entonces fuertes empréstitos a bancos genoveses y alemanes. Cabe resaltar que la mayor parte de las riquezas americanas que llegaban a España no era propiedad de la Corona, sino de particulares y se destinaba a la compra de productos manufacturados de otros países.

Una razón más de dicho endeudamiento fueron los enormes gastos de la corte: compra de artículos suntuosos de tierras lejanas o no manufacturados en España, la construcción de inmuebles para la Corona, el mantenimiento de una lujosa vida cortesana, etcétera.

El Caribe durante el dominio español. Fuente: Autor desconocido (ca. Siglo XVII), Wikimedia

En el siglo XVIII, España se vio envuelta en dos conflictos bélicos de graves consecuencias. El primero fue la Guerra de Sucesión por el trono español, porque el francés Felipe de Anjou, era el aspirante por el trono ibero, hecho que implicaba la unión de España y Francia y trastocaba el equilibrio de poderes en Europa. Este conflicto finalizó en 1713 con la firma del Tratado de Utrech, por medio del cual España perdió todas sus posesiones europeas, algunas en el Caribe y en Norteamérica, y Felipe V renunció a sus derechos sobre el trono galo, quedando como soberano de España y sus dominios. Francia se colocó como la nación más favorecida por el imperio español, de quien obtuvo el “navío de permiso”, que visitaba anualmente puertos de las colonias españolas y “Tratado de asiento”, una concesión para introducir esclavos y mercancías.

El segundo conflicto bélico fue la Guerra de los Siete Años en la que Francia, España e Inglaterra se enfrentaron, cuyo objetivo era ampliar los dominios coloniales a expensas del vencido y del imperio español. Los resultados de esta contienda aseguraron la expansión británica en Norteamérica y la India.

En estos años el imperio entró en crisis, el crédito se limitó, la minería se estancó, aumentó la inseguridad de las flotas, la agricultura se hizo cada vez más dependiente de los mercados internacionales, además de otros factores de orden político y social.

La Casa Borbón se propuso reorganizar la administración de sus posesiones americanas con la implantación de diversas medidas que dinamizaron las principales actividades productivas y la recaudación de impuestos fruto de ellas.

No obstante los cambios, la estructura colonial que se había generado a partir de los siglos XVI y XVII fue la base para la obtención de riquezas (tributos, explotación minera, comercio), aunque las posesiones americanas cada vez eran más autónomas en su gobierno y en el abastecimiento de productos.