Conservas y enlatados: la industria alimentaria en la primera mitad del siglo XX

El advenimiento de una relativa paz mundial, en el contexto de la Guerra fría, permitió el desarrollo la industrial, la implantación de nuevos métodos de producción y comercialización de bienes y productos, así como la masificación de varios inventos, como los de comunicación.

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Conservas y enlatados: la industria alimentaria en la primera mitad del siglo XX

Las guerras mundiales llegaron a la vida cotidiana, no sólo para los europeos quienes sufrieron los conflictos bélicos, entre sirenas, balas, bombardeos, odio, miedo, hambre, hacinamiento, solidaridad y hermandad entre desconocidos. Sino a la del mundo en general, a través de los adelantos tecnológicos que se realizaron durante ellas para el buen desempeño de los ejércitos en combate, por ejemplo la comida enlatada.

Comida enlatada

El principio del que parte la comida enlatada es la conserva en recipientes de vidrio que tuvo su origen en la cocina familiar. Preservar hirviendo, en vinagre, ahumando, salando y deshidratando eran los procedimientos comúnmente empleados en los hogares para conservar el alimento para evitar que los microorganismos los atacaran y destruyeran. Posteriormente se perfeccionaron para su uso en el campo de batalla. Así apareció la lata en Francia durante la primera década del siglo XIX.

Nicolas Francoise Appert

Creador francés de la comida enlatada. En 1800 Napoleón convocó a un premio por 12 mil francos a quien inventara una forma barata y sencilla de preservar alimento para los ejércitos emplazados en el campo de batalla. Appert se abocó a ello y en 1800 ganó el premio por inventar un sistema de cocción de alimento en lata que se sellaba herméticamente.

Con el premio fundó una fábrica que al poco tiempo fue consumida por el fuego. Británicos y estadounidenses tomaron la idea y desarrollaron sus propias fábricas. El abrelatas se inventó 30 años después; los soldados abrían las latas con sus bayonetas, navajas y piedras.

Con este sistema la comida en conserva se hizo transportable en envase irrompible que al mismo tiempo era el recipiente para calentarla en el campo de batalla. Debido a las continuas guerras en Europa, la comida se continuó enlatando a lo largo del siglo XIX.

La comida enlatada y en general la conservación de alimentos extendió su uso y aprovechamiento a frutas, verduras, lácteos en general, carnes de todos tipos, cereales y leguminosas. Los métodos de producción rápida, conservación y almacenaje se desarrollaron de modo acelerado en los países contendientes a partir de la urgente necesidad de alimentar tanto a sus ejércitos como a las poblaciones parcialmente sitiadas por las batallas durante las dos grandes conflagraciones mundiales del siglo XX.

En la Primera guerra mundial se aplicó el invento de Appert (enlatar comida) a comidas preparadas. Primero los franceses enlataron pollo al vino, los italianos los ravioles; aunque los ingleses desde antes enlataran la carne para sus soldados, tanto franceses como italianos lo hicieron con más estilo para reforzar la moral de sus ejércitos con comida hogareña diferente del denominado “rancho” militar. Esta estrategia surtía efecto en el ánimo de los combatientes.

Fuente: Vimeo

Estos productos se elaboraron en serie durante las primeras cinco décadas del siglo XX y, al término de las guerras mundiales, la industria estaba preparada para continuar elaborando a bajo precio de venta un producto que a partir de 1945 haría llegar a los anaqueles de los supermercados citadinos de los países beligerantes, en donde también comenzaron a reproducirse este tipo de establecimientos comerciales.

El hecho de hacer llegar estos productos a las mesas de los consumidores ya no corría prisa, pues su conservación en buen estado estaba garantizada. Pero otra clase de alimentos vieron modificado su método de elaboración precisamente por el corto lapso de tiempo que pasaba entre su cultivo y consumo.

En Nueva Zelanda, gran productor de leche, ésta era desecada para su conservación y transporte a lugares sumamente remotos para su consumo final, principalmente Gran Bretaña, pero ese método alteró un tanto el sabor. En cambio, tanto el queso como las harinas de trigo, variaron mucho su sabor, pues el paso del tiempo era vital para alcanzar su grado óptimo para el consumo.

El paso del tiempo para la fermentación se vio reducido forzosamente en el caso del queso, en lo que atañe a las partes del proceso que comprenden la ordeña de la vaca, la elaboración o cuajo y el consumo del producto. En Suiza se produjo en primer queso procesado sin fermentación, dejando pasar poco tiempo en su producción: el resultado fue un queso fresco y cremoso muy lejano al tradicional que se dejaba madurar por más tiempo, lo que resultaba en un producto añejo, de magnífico sabor.

En el caso de las harinas tradicionalmente al triturarse el grano de trigo y almacenarse en vagones de trenes o en barcos para su transporte a grandes distancias, ello permitía fermentarse para la elaboración de panes esponjosos, aromáticos y sabrosos. Con la premura de poner a disposición del consumidor estos productos, se eliminó el tiempo de fermentación tradicional. Lo que se transportó fue el grano y no la harina, ésta se producía en los países de consumo con molinos especialmente creados para este grano en Estados Unidos y vendidos a países europeos.

Fuente: Pixabay

En ambos casos se requirió adicionar agentes químicos para acelerar la fermentación que antaño fuera natural. Eso modificó el sabor aunque no el valor nutritivo del producto de consumo final. Para el queso se produjo un cuajo químico y en el caso de harina de trigo, la levadura.

Los anaqueles de los supermercados se llenaron de leches condensadas líquidas o en polvo y de toda clase de lácteos refrigerados para su venta en ciudades cuyos habitantes tuvieran el poder adquisitivo suficiente para consumir estos productos. Por su parte las harinas se industrializaron para ofrecerse en forma de pastas, panes o harina para hornear así como la levadura para la masa.

Salar, ahumar y desecar las carnes siguió siendo un forma de conservarlas; aunque estos métodos han permanecido ya que en menor medida engrosaron la oferta en el ultramoderno supermercado.

Una de las costumbres que venía desde el conocimiento práctico más antiguo fue la conservación de alimentos en salmuera. Una vez que se inventó la lata, en ella se preservó y transportó alimento desde regiones lejanas, manteniéndolo no sólo en buen estado de conservación sino también de presentación. Lo mismo se hizo con la conserva en vinagre; aunque ésta no se pudo aplicar a la lata directamente pues experimenta un proceso de corrosión del metal. Así que los alimentos en vinagre no se enlataron hasta mucho después, una vez que pudo cubrirse su interior con una delgada película de material que separara la lata del líquido. Mientras tanto la conserva en tarro continuó siendo la reina de la cocina.

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Las frutas se conservaron en líquidos endulzados y a menudo condimentados con especias orientales para su consumo final. Frutas y verduras se consumieron en conserva en localidades sumamente alejadas de donde se producían. Las frutas y verduras frescas tuvieron también otro camino. Y éste fue la congelación y refrigeración y que a su vez se desarrolló porque las comunicaciones terrestres y los transportes especializados refrigerantes acortaron el tiempo de espera para que estos productos llegaran en buen estado a manos del consumidor final.

La refrigeración ya no sólo estaba en un sitio fijo, sino que se adaptó a los vehículos, fueran cargueros terrestres, ferrocarriles o barcos.

Enfriar o sacar el calor de un cuerpo se logró después de un largo proceso de investigación y práctica mismo que comenzó por extraer hielo o nieve de las montañas y guardarlo en un cuarto cerrado lo más aislado y fresco posible de la casa habitación y en él colocar los alimentos frescos que se quería conservar, de ahí el término nevera que comúnmente recibe el refrigerador en algunos países.

Desde el siglo XIX grandes compañías de productos cárnicos congelaban su producto para exportarlo desde Australia, Nueva Zelanda o Suramérica hacia Europa y Norteamérica. El principio técnico de la refrigeración era por compresión, las compresoras fueron en un principio muy grandes y costosas de modo que no podían usarse en los hogares. Fue hasta la segunda década del siglo XX que se desarrolló tecnología adaptable a las dimensiones de una cocina cuando el refrigerador pudo formar parte de los enseres de una casa.

Fuente: Wikimedia

Trabajo de un refrigerador

El motor eléctrico de compresión hacía pasar el gas refrigerante por tubos que enfriaban la cámara herméticamente cerrada donde se colocaban los alimentos. El gas que se utilizó fue sintético: freón. Éste al pasar de estado líquido a gaseoso toma todo el calor a su alcance y por eso enfría rápidamente los alimentos y el licuarse nuevamente a su paso por la compresora eléctrica expiden el calor que han tomado de la cámara hermética, por eso los refrigeradores siempre emanan calor donde se ubica la compresora.

En Estados Unidos las familias con abundantes recursos económicos pudieron gozar de un refrigerador de modo que para 1923 ya existían más de 20 mil en uso; mientras que en Europa se tardaron dos décadas más en tenerlo como un aparato de uso corriente.

Este recurso tan cotidiano en la actualidad realmente modificó de raíz las costumbres de la familia pues los alimentos se podían preparar una vez al día e incluso por semana en grandes cantidades y almacenarlo para su posterior consumo, permitiendo a la ama de casa dedicar su tiempo a cocinar todo un día y dedicar el resto de la semana a trabajar en otras actividades remuneradas o no pero sin abandonar nunca la preparación de los alimentos.

Autoevaluación

1. Los enlatados aparecieron en Francia durante la década:

2. Con relación a la invención de las las latas, el abrelatas se inventó:

3. ¿Cuál de estos tipos de conserva requirió una cubierta para separar la lata del producto?

4. ¿En dónde los refrigeradores se hicieron populares con mayor rápidez?

5. La comida enlatada y la refrigeración se dieron gracias a avances tecnológicos, los cuales modificaron:

Conclusión

Todo lo aquí mencionado significó la creación de fábricas donde se produjera lo que se me estaba, las fábricas requerían máquinas, materia prima y mano de obra o empleados, estos últimos recibieron un salario por el trabajo desempeñado, el salario servía por mencionar solo algunas cosas, para comprar alimentos y artículos para el hogar; es decir, comprar lo que ellos producían y con ello enriquecían al dueño de la fábrica o medio de producción. Así el círculo se cierra. Los dueños de los medios de producción crearon necesidades a la población para que consumiera las mercancías que producían y se siguieron enriqueciendo mientras la población pudo comprar con su salario de trabajador lo que el mercado le ofrecía para cubrir una necesidad. El radio y posteriormente el cine y la televisión fueron los medios a través de los cuales se crearon los nuevos hábitos de consumo.