El proceso de industrialización que experimentaron los países europeos a raíz de las dos fases de la Revolución industrial influyó en el aumento de la población total de varios países así como en el éxodo de campesinos a la ciudad, lo que las saturó creando a sus alrededores “cinturones de miseria”. Ello le dio un perfil distinto a la vida de las sociedades citadinas y a la vida cotidiana de sus habitantes, para profundizar en estos hechos es necesario revisar las grandes migraciones, educación, ocio, reivindicación de los derechos de las mujeres, la alimentación y medicina.

Las grandes migraciones

Las ciudades eran focos de atracción para los campesinos que buscaban mejorar sus condiciones de vida; pero este fenómeno por sí solo no bastaba para que se presentara la emigración del campo a la ciudad, puesto que el despojo de tierra a los campesinos fue, en mucho, el causante. Otro problema serio de estos años fue que ninguna ciudad europea estaba preparada para recibir a la cantidad de personas que llegaban del campo. Los inmigrantes no encontraban en las ciudades ni las fuentes de trabajo, ni servicios, ni viviendas, lo cual se tradujo en graves problemas sociales. Por otro lado, el crecimiento de las ciudades implicó también el de nuevos sectores sociales ligados a la industria y los servicios, tales como obreros, burguesía industrial, empleados, medianos comerciantes, trabajadores del Estado, etcétera.

Las migraciones son características del nacimiento y del desarrollo del capitalismo. Los fenómenos migratorios se intensifican desde la segunda mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX debido a factores como la revolución en los sistemas de transporte. Sin embargo las causas principales son los desajustes propios del capitalismo.

Las invenciones tecnológicas de mediados del siglo XIX implicaban un mayor conocimiento científico y tecnológico que aquellas desarrolladas durante la Primera Revolución industrial. Ello quiere decir que se necesita una difusión sistemática de la educación técnica media y también una buena ampliación de la superior (comienza la era de los ingenieros) para poder incorporarse a esta nueva tecnología. Las universidades y las empresas crean laboratorios de investigación, para el perfeccionamiento continuo de los productos y de los procesos. Una parte importante de la educación del siglo XIX era pública, lo que quiere decir es que la patrocinaba el Estado. La relación estrecha de la ciencia y la industria significó que en adelante el sistema educativo debería tener más influencia en el desarrollo industrial. La competencia entre las economías de los diversos países nos explica el nuevo papel asumido por la educación.

Los sistemas educativos de los países económicamente más avanzados, se extendieron a todos los niveles. Por ejemplo, creció la educación primaria, de hecho fue la que alcanzó mayor desarrollo. En toda Europa, salvo Rusia, la educación primaria se volvió obligatoria antes de la Primera Guerra Mundial (1914), lo cual no significa que la educación siguiera un determinado modelo, sino más bien lo contrario: desde el punto de vista de sus escuelas, Europa era un mosaico de diversos sistemas. La educación secundaria se desarrolló con las clases medias, pese a que continuaban siendo instituciones de una minoría selecta, porque independientemente de que se impartiera en escuelas públicas o privadas, quienes gozaban de su beneficio tenían que pagar una cuota. O bien significaba que el joven que seguía estudiando no hacía una aportación económica al gasto familiar. En Estados Unidos la educación superior era privada. La Universidad de Harvard, la más antigua, fue fundada en el siglo XVII, seguida de Princeton, en tanto que la de Berkeley, en California data de 1856. En general las universidades eran financiadas por instituciones o donaciones de exalumnos.

En Europa, las universidades estaban sujetas a una estricta supervisión por parte del Estado y aunque a principios del XIX acusaban cierta lentitud respecto a los cambios sociales, esto fue superándose conforme avanzaba al siglo.

El creciente papel de la mujer.

Desde la segunda mitad del siglo XIX la mujer luchó por mayores espacios en la sociedad y muchas de ellas se rebelaron contra el matrimonio tradicional en el que los hombres tenían el poder casi absoluto, variando, desde luego, según el país de que se tratara. De ninguna manera es casualidad que en esos años se hayan escrito tres grandes obras que tienen como tema el adulterio y en cierta forma el “castigo” a las mujeres que lo cometieron: La regenta, de Leopoldo alas “Clarín”, en España; Ana Karénina, de León Tolstoy en Rusia y Madame Bovary, de Gustave Flaubert en Francia.

La obra teatral del noruego Henrik Ibsen, Una casa de muñecas, plantea la lucha de Nora por su libertad. Veamos este párrafo cuando dice a su marido que lo abandona: “Creo que, ante todo, soy un ser humano igual que tú..., o, por lo menos, debo tratar de serlo. Ya sé que la mayoría de los hombres te darán la razón, y que algo así está escrito en los libros. Pero ahora no puedo conformarme con lo que dicen los hombres ni con lo que está escrito en los libros. Tengo que pensar por mi cuenta en todo esto y tratar de comprenderlo.”

La lucha de las mujeres en estos años se concretó también en los movimientos sufragistas, llamados así porque las mujeres combatían para obtener el derecho al sufragio (el voto).

En EUA. la Asociación en pro del Sufragio de la Mujer se fundó en Cleveland, Ohio, en noviembre de 1869; en 1890 se fusionó con la “Asociación Nacional en pro del Sufragio de la Mujer” de Susan Brownell Anthony. Las mujeres recibieron el derecho de voto en Wyoming (1889), Colorado (1893), Idaho y UTA (1896) antes de la 19ª. enmienda de la Constitución (28 de agosto de 1920) que, bajo el presidente Wilson, amplió el derecho de sufragio a todas las mujeres del país.

La lucha de las mujeres

Con la segunda Revolución industrial las mujeres ingresaron al mercado laboral en el que tenían condiciones de desventaja con respecto a los hombres, específicamente en el tema de la maternidad.

Eso fue algo que quisieron cambiar a nivel legislativo, lo que dio pie para que se interesaran en la vida política de sus respectivos países. Hasta ese momento el estatus laboral de las mujeres al igual que el de los hombres dependía de la buena voluntad del empleador; ellas querían modificarlo llevando la regulación a nivel de ley y ésto sólo se podía hacer si alcanzaban representación en las instancias legislativas (congreso, parlamento, duma). El problema era que las mujeres carecían del derecho al voto y por lo tanto no tenían representantes que manifestaran y defendieran sus intereses al interior de los poderes políticos correspondientes. Esa fue una de las razones que llevaron a las mujeres a luchar por el voto en todas partes del mundo.

A pesar de su importancia, la industrialización no fue la única causal del crecimiento de la población; otra muy destacada fue el desarrollo de la medicina, ya que los progresos en este campo permitieron abatir varias de las enfermedades que mataban, principalmente a los niños. Con diferencia de unos pocos años se desarrollaron dos aparatos ópticos muy importantes: el telescopio para descubrir el macrocosmos y el microscopio para hacer lo mismo con el microcosmos. El descubrimiento del fascinante y al mismo tiempo peligroso mundo de lo sumamente  pequeño que no se capta a simple vista se hizo a través de observaciones de varios investigadores del siglo XVII. Podemos menciona a Malpighi, Hooke, Swammerdam y Leeuwenkock.

Los insectos, las distintas partes de los vegetales, los pequeños organismos que viven en el agua y aun las diminutas bacterias y los espermatozoides portadores del principio de la generación fueron observados con el microscopio y se convirtieron en objetos de asombro, de especulación y de discusión. También se refinó el conocimiento anatómico de los animales mayores y se confirmó plenamente la teoría de Harvey sobre la cirsulación de la sangre. Pero, a diferencia del telescopio, que desde el principio tuvo un uso práctico real, tanto en la astronomía como en la navegación, el microscopio sólo pudo probar su valor 200 años después, en manos de Koch y de Pasteur, para combatir las enfermedades bacterianas. (John D. Bernal, 1981).

Actualmente es difícil imaginarnos que hasta el siglo XIX la mayor parte de la gente no sabía de la existencia de los microbios como causantes de muchas enfermedades y mucho menos cómo combatirlos. Por lo tanto los descubrimientos al respecto significaron un gran avance científico y sobre todo sanitario, pues varias enfermedades infecciosas que causaban la muerte a millones de seres humanos, fueron combatidas hasta que casi desaparecieron. El descubrimiento de la vacuna por Eduardo Jenner (1749-1823) abrió el camino para las investigaciones de Louis Pasteur (1822-1895) y Robert Koch (1843-1910).

Una vacuna es cualquier virus o principio orgánico que, convenientemente preparado, se inocula a una persona o animal con el fin de preservarlos de una enfermedad determinada.

La primera vacunación fue preparada por Eduardo Jenner en 1796, para proteger de la viruela, inoculando el líquido extraído de las pústulas de las ubres de algunas vacas afectadas por la viruela. Sin embargo fue Pasteur quien elaboró una teoría de la vacunación: inyectar en el organismo un antígeno microbiano no virulento, provoca el desarrollo de una defensa activa frente a la infección por este microorganismo. Louis Pasteur creó la vacuna antirrábica y también inventó la vacuna contra el cólera de las aves de corral.

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