La emoción estética

El arte se arraiga, de manera sutil, en tres caminos: el diseño industrial, la publicidad y los medios de comunicación masivos. Estos tres ejes están íntimamente ligados al desarrollo de la tecnología.

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La emoción estética

Hay que aprender a ver el mundo de nuevas maneras, con otros ojos. Terminan cuatro siglos de hegemonía visual basada en la convención de la perspectiva. La pluralidad de la representación se convierte en el eje de lo que se denomina ARTE. Sus únicas constantes son la dispersión, la pluralidad, la discontinuidad y la fragmentación.

En la literatura, Baudelaire abrió el camino hablando de las piedras de la calle; Apollinaire, le sigue, en su poema Zona (1912). Pero lo importante es que el arte deja de ser aquel que configura las pautas de la sensibilidad occidental.

El arte se tiene que reinventar, así como sus categorías tradicionales. Imágenes de publicidad, comunicación, etcétera, se asumen ya como arte.

La respuesta a la técnica toma dos caminos: uno negativo y otro positivo. El negativo proviene de uno de los más grandes exponentes de la Escuela de Frankfurt, Theodor Adorno, quien ya habla de la “liquidación del arte” como consecuencia del predominio de la tecnología. A diferencia de Benjamín, Adorno critica que pueda haber un arte en función de las nuevas tecnologías, debido a lo que él denomina “industria cultural”, y de la cual piensa que el cine no tiene la posibilidad de tener experiencias realmente estéticas.

El cine y la radio son industrias, negocios que sirven a la ideología dominante mostrando lo siempre igual. Lo “siempre igual” se ve en el gusto masivo homogéneo, cosificado, en la repetición de formas y contenidos de los medios masivos. Basta que pensemos en los aparadores de los grandes centros comerciales actuales: tienen que ser idénticos, ya se trate del Distrito Federal, Nueva York o París.

Las modas destruyen la cultura al convertirla en affaire social. El aprecio social o el gusto de la moda degradan y destruyen la cultura al convertirla en fait social. De ahí el peligro del cine ante la posibilidad de perder su carácter propiamente artístico al ser absorbido por la sociedad de consumo. De hecho, esta postura ante el cine prevalece, a pesar de la tesis contraria de Benjamín, hasta los años 60, época en la que se empieza a considerar la posibilidad de una revalorización del cine, incluso como un arma de carácter transformador y revolucionario.

En los años 60 se comienza a pensar en el cine como un arma de carácter transformador y revolucionario

Adorno siente que el arte no escapa al circuito de la mercancía y que puede convertirse en una industria, perdiendo de este modo su autonomía y libertad. En este sentido, el arte se convierte en un bien de consumo más, dentro de los muchos que existen, queda sometido al mercado sirviendo de vehículo de poder. Si todo es vendible, también el arte.

Para Adorno, el arte se define por su capacidad de poseer el “contenido de verdad”, que es la cristalización de la historia en las obras. El arte es la escritura de la historia y también el recuerdo de una posibilidad de libertad y liberación futura, siempre y cuando no caiga en charlatanerías.

Adorno ve que la posibilidad de que el arte subsista radica en su propia negatividad: en la denuncia de su propia inutilidad para que se convierta en una protesta radical contra todo poder. Aquí aparece la utopía, en el sentido de ver al arte como promesa de felicidad. En su promesa de felicidad, el arte es un modelo de praxis posible.

Lo anterior se da cuando el arte se queda “estratégicamente mudo” y, desde su silencio, dice algo. Por ejemplo, Enio Iommi renuncia a lo práctico con las obras de arte efímeras, que, por su inmediatez, escaparían al consumo. Con el tiempo, esto se prueba falso, por ejemplo, con las obras de Christo Javacheff, entre otros.

La respuesta positiva frente a la técnica la dan, en primera instancia, los futuristas, quienes representan a la vanguardia más radical, más controvertida y más radicalizada. Se puede decir que el comienzo dadaísta se encuentra en este movimiento, encabezado por Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrá, Luigi Russolo, Gino Severini y Marinetti. Su postura los lleva al fascismo, pues proponen la destrucción al apoyar primero la máquina y luego la guerra: “la guerra es la higiene del mundo” dicen. Piensan que hay que emparentarse con la tecnología y la velocidad, pero a través de una modernidad urbana, de ahí su relación con el puntillismo, el cual les permitía representar la velocidad.

Volumi orizzontali. Umberto Boccioni.

Donna al balcone. Carlo Carrá

Este movimiento artístico busca una audiencia masiva y no se limita sólo a la pintura, su campo abarca teatro, cine y política. Expresan sus ideas en el manifiesto publicado en 1909, que en su segunda etapa contiene un corolario fascista. Sus ideas (anarquistas, o anarco-sindicalistas o comunistas) fueron divulgadas en “seriatas” o “tardeadas”, para obtener la aprobación masiva. Su influencia llega a México en 1921 con el Estridentismo.

Poesía de Oliverio Girondo

No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
La afición al misterio,
El culto a la ceniza,
A cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
Ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado.

Cuando venga a buscarme,
Díganle:
"se ha mudado".

Asimismo, tenemos otra tesis positiva en el Dadaísmo. En la gran guerra del 14 se da una desbandada de artistas en diferentes lugares, uno de esos es Zurich, Alemania, donde surge este movimiento, en el Cabaret Voltaire en 1916, con Hugo Bal, su esposa Emmy Hennings y Tristán Tzara.

En el dadaísmo se manifiesta la burla, el absurdo. El arte no debe pasar por la razón, pues entonces se llenaría de formalismos, prejuicios y cargas culturales. Miró y Ernst deben “desaprender a pintar”, quitan los preceptos válidos para tratar de hacer otras cosas. Este movimiento artístico dadaísmo se caracteriza por ser anti-artístico, usar el azahar, la ironía, la burla, la excentricidad y la agresión para atentar contra lo establecido.

Los dadaístas dicen: “Tenemos una actitud diversificada NADA es la nada significativa que no significa NADA” y esto es precisamente lo que acaba con el movimiento, pues no se pueden configurar en nada. Es entonces que surge el Surrealismo, que sí presenta una proposición.

En arquitectura, Le Corbusier ve la era de la máquina como una nueva forma de arte. Otro de los ejemplos más emblemáticos se ve en Duchamps con La novia puesta al desnudo por sus solteros (de 1912). Surge otra manera de ver los objetos producidos por la técnica. La relación tradicionalmente jerárquica del arte respecto a los objetos de la vida cotidiana se invierte. Los objetos de la manifestación artística serán los productos y procedimientos de la técnica.

El espacio de lo que se denominaba arte, se modifica. Como muy bien captó Benjamín en su libro El arte en la época de su reproductibilidad tecnológica, al ser posible reproducir las obras de arte, éstas pierden poco a poco su carácter de reverencia, de alejamiento, de excelencia; pierden su singularidad, sólo se convierten en un signo digno de reproducirse donde sea, en cualquier espacio y lugar; el arte se desacraliza, se seculariza, por ejemplo: La Mona Lisa puede estar en un póster arriba de la cama de un adolescente o en una prisión, etcétera.

Lo anterior obliga a que el arte se tenga que redefinir, reorganizar; a que abra sus horizontes a la pluralidad y converja con otras vías y disciplinas. Por tanto, tienen que surgir también la introspección, el problema de la autenticidad y la identidad del arte.

Autoevaluación

Coloca falso o verdadero según consideres frente a las siguientes afirmaciones

  1. En la actualidad el gusto está regido por el diseño industrial, la publicidad y los medios de comunicación masivos

  2. La actualidad no requiere reinventarse en el arte, se usan los criterios clásicos que eternamente gustan al espectador

  3. En la actualidad Lo “siempre igual” se ve en el gusto masivo homogéneo, cosificado, en la repetición de formas y contenidos de los medios masivos.

  4. En la actualidad el arte no tiene relación con la tecnología y la velocidad, la tendencia urbana es recuperar lo rural y conservador, rechaza representar la velocidad propia de las grandes ciudades.

  5. El arte actual no sale de los museos, con todas las vanguardias y tendencias contemporáneas se reafirma la necesidad de espacios cerrados y espectadores especialistas en el arte y la estética.