Apenas comenzaba a sentirse en la piel el calor del sol matutino, cuando el reloj marcaba las 11:00 de la mañana del sábado 26 de enero y las puertas del Estadio ya se encontraban abarrotadas por la multitud de aficionados que apasionadamente esperaban ingresar al recinto para brindar su apoyo al equipo. Con el transcurrir de unas horas, las puertas del estadio se abrieron para dar paso a los aficionados, entre los que se encontraban, niños, niñas, papás, mamás, familias completas que tiñeron las tribunas del estadio de azul y oro para dar testimonio de su respaldo al equipo.
Eran las 2:00 de la tarde exactamente cuando el árbitro dio el clásico silbatazo que marcó el inicio de este encuentro futbolístico. La pasión y entusiasmo de la gente se manifestó en un grito que ensordeció al adversario por unos segundos.
Para el minuto 20 del primer tiempo, el marcador seguía 0-0, ambos equipos dejaban el alma en la cancha para obtener la ventaja, y sin embargo, aún no ocurría.
El primer tiempo concluyó así, con un marcador 0-0 que mantenía la expectativa de locales y visitantes.
El medio tiempo estuvo lleno de tensión, pero sobre todo de esperanza para los locales que entre pláticas, gritos, y cantos no dejaron de manifestar su ferviente apoyo al equipo.
Al dar inicio el segundo tiempo, pasaron 15 minutos para que resonara en todo el estadio el gran grito de gol, que fue marcado por Carlos González, la afición entusiasmada y aliviada entregaba su corazón a su equipo.
Al llegar el minuto 45, el silbato sonó y el marcador quedó 1-0, a favor de los locales, con gusto y una enorme satisfacción en el rostro la afición del equipo local festejó y marchó a su hogar con una victoria más que corrió a cuenta de su equipo.