Un hito fundamental de la entrada de México al nuevo contexto comercial fue la firma del Tratado de libre comercio. Dicho tratado internacional entró en vigor el 1 de enero de 1994. Uno de los ámbitos que trata es la eliminación de las tasas arancelarias sobre los bienes que son originarios de México, Canadá y Estados Unidos, en el transcurso de un periodo de transición.

Para determinar cuáles son susceptibles de recibir trato arancelario preferencial son necesarias reglas de origen, que se encargan de asegurar que las ventajas del TLCAN se otorguen solo a bienes producidos en la región de América del Norte y no a bienes que se elaboren total o en su mayor parte en otros países.

Con la eliminación de las barreras arancelarias se originaron oportunidades de crear negocios o aumentar los volúmenes de ventas por el hecho de ser un tratado de “iguales”. Los países más desarrollados, Canadá y Estados Unidos, han llenado de productos nuestro mercado lo que ha generado el cierre de miles de empresas en México, aparte de que se ha desarrollado una mano de obra barata. Hasta hoy sigue siendo un reto para los administradores sortear las dificultades que el libre comercio impone a las empresas locales. Actualmente el tratado se encuentra en una fase de renegociación.

Con respecto a México, China es el segundo país al cual le compramos más productos en el mundo después de Estados Unidos, sin embargo, nuestra relación comercial está lejos de ser equivalente, ya que China casi no compra productos mexicanos, generando un déficit en nuestra balanza comercial.

De 1949 a 1979, China tuvo una economía casi completamente autónoma. Prohibió la inversión extranjera y restringió el comercio exterior. Su forma de gobierno comunista enfatizó el aislamiento, ya que consideraban que el contacto con los extranjeros alteraba su política y perjudicaba su cultura. Sin embargo, debido al temor de quedar rezagada económicamente con respecto de otros países, se promulgó una Ley sobre empresas conjuntas chino – extranjeras en 1979.

Desde entonces, China ha tenido un incremento de la inversión extranjera directa. Se ha convertido en el receptor más grande de inversión extranjera entre los países en desarrollo y, desde 1993, ocupa el segundo lugar después de Estados Unidos en flujos entrantes de inversión entre todos los países.

Cuando China adoptó los principios de libre comercio, modificó sus aspectos prácticos. Aunque permitió la inversión extranjera, fijó ciertos límites a través de un proceso de revisión extenso, específicamente por medio del Ministerio chino de Comercio Exterior y Cooperación Económica (MOFTEC) sobre ciertos tipos de inversión para determinar si era o no conveniente para China, es decir, si ayudaba con creación de capital, promovía las exportaciones, creaba empleos o transfería tecnología.

Las empresas extranjeras debieron soportar prolongadas negociaciones (a menudo con una duración de varios años) con las empresas chinas y las autoridades provinciales antes de presentar una solicitud al MOFTEC.

Con el paso del tiempo, el gobierno chino ha alimentado la inversión extranjera. Desde el inicio, el gobierno chino creía que la superior competitividad de los inversionistas extranjeros aplastaría a sus jóvenes empresas domésticas. Por lo tanto, en la década de 1980, China ha proporcionado zonas económicas especiales que ofrecían a los inversionistas impuestos, tratamiento de la inversión y aranceles preferentes siempre y cuando exportaran toda su producción.